12.11.13

Black Sabbath: Misa negra en La Plata

Black Sabbath: Misa negra en La Plata Ozzy, Iommy y Butler demostraron que a pesar de los años, la banda esta mejor que nunca e hicieron historia en La Plata.

 Cuando hablamos de una procesión hacia el infierno, se puede imaginar o comparar lo que se vio camino a La Plata el domingo 6 de octubre: Colas interminables de autos y motos con sus conductores enfundados en remeras negras invocando a los pioneros del Heavy Metal. Era hora de la redención. Era hora de ver a la banda que le dio marco a todo el rock que se anime a llamarse pesado. Black Sabbath había llegado a Argentina con su formación casi original, ya que Will Ward parecería no haber arreglado el tema monetario. Ozzy Osbourne ,Geezer Buttler, Tony Iommi y la cara nueva de Tomy Clufetos en batería estaban por hacer lo que major hacen: Rock Pesado. Para aquellos que recuerdan la última vez, "Sabbath" había llegado bajo el nombre “Heaven and Hell” con el incredible y recordado Ronnie James Dio como su testaferro para dar un show espectacular repasando la etapa de los discos “Heaven and Hell” y “Mob Rules”. En esta ocasión, la separación de los campos – entre “vip” y “común”- no pareció entibiar el entusiasmo de la gente que desde temprano habia empezado con cánticos y arengas hacia la banda. Los encargados de abrir el show fueron los locales Horcas, quienes dieron un show corto y muy ajustado. Walter Meza su cantante, pagó sus respetos hacia “ Sabbath” gritando: “Es un honor estar acá, somos los hijos de Black Sabbath”. Menos de media hora después siguió otra leyenda sin tantos años de carrera como los ingleses, pero casi con la misma popularidad: Megadeth. Siguiendo una tradición de “mal sonido”, que se viene notando por lo menos en sus últimos shows en Argentina, los liderados por Dave Mustaine dieron un show enérgico que fue opacado por el sonido bajo y confuso en casi la totalidad del show. Supieron calentar al público con "Sweating Bullets", “She Wolf” y "Peace Sells". El riff de "Symphony of Destruction" hizo cantar a todo el estadio como ya hace varios años lo viene haciendo. Una puesta en escena con pantallas que mostraban imagenes acordes a los temas que se ejecutaban en el escenario. Se fueron con “Holly wars… the punishment due” y se vió a un Mustaine amado por su público y él emocionado dando millones de gracias. Expectativa y nervios: se venía el plato fuerte de la noche. Todos se preguntaban cómo estaba Ozzy y qué clase de show daría el veterano cantante con tantas batallas encima contra la droga y el alcohol que dejaron marcadas secuelas. Primera señal de que el show iba estar bueno: antes de salir, Ozzy ya invitaba- por microfono detrás del telón- a la gente a hacer el famoso cantito para arengar a la banda. La gente respondía eufórica. Sonaron las sirenas y los primeros acordes de “ War Pigs” hicieron explotar al público mientras se subía el telón. La figura de estos tres próceres de la música apareció a pocos metros para mostrarnos que la banda está mejor que nunca. Sabbath está intacto, enérgico y con esa calidad que dan músicos de esa categoria. Mientras daban una demostración del sonido más pesado que jamás haya existido con un volumen brutal, la gente coreaba los solos de un ininmutable Tony Iommi y festejaba los movimientos de un Ozzy casi eufórico. Seguieron atacando con “ Into the Void” con su riff metálico que no dejó duda de que eran una banda muy diferente en 1971 , y “SnowBlind” que fue dedicada a sus diás pasados de exceso de cocaína. Repicaron las campanas para darle entrada a “Black Sabbath”. Un ambiente espeso y lúgubre invadió el Estadio Único y hasta parecia poder verse esa figura negra que había inspirado a Buttler a componer esta canción que ya cumplió 44 años. El show siguió y Ozzy continuaba pidiendo que la gente saltara, aplaudiera y cantara por ellos. Ya había pasado “Age of reason” de su flamante último disco “13”, y con el solo de bajo como preludio volvieron a hacer saltar a todo el estadio con “N.I.B” . Pasaron algunos clásicos más y era hora de demostrar que la cara nueva de la banda estaba ahí por una razón. Al final de “Rat Salad”, Tommy Clufetos, un baterista excepcional, dio su prueba más que aprobada de porqué estaba detrás de la batería de la leyenda con un solo espectacular para dar pie al comienzo de "Iron Man". La gente volvió a hacer temblar el estadio. Luego de Children of the Grave" de Master of Reality se retiraron unos minutos para volver y encontrarse con un estadio cantando al unisono: “ohhh soy Black Sabbath”. Las caras parcas de Buttler y Iommi se desdibujaron sin poder disimular su asombro y alegría. Se despidieron con el más que esperado “Paranoid”,luego de amague con la intro de “Sabbath Bloddy Sabbath”. Llegó el final: una felicidad invadió a todos y dejó esa sensación de haber vivido un momento histórico.

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